¡Hola! Otra vez por
aquí, ahora que comencé a escribir, les cuento que no puedo parar. Muchas ideas y temas vienen a mi mente y a mi corazón, para compartir con ustedes.
Quiero al traerles
un tema, que este siempre sea algo real en mi vida.
Les cuento que tengo
cerca de diez años de que entregué mi vida a Jesucristo…los primeros años,
durante mucho tiempo, me costaba mucho estar firme en mi caminar con Jesús; caí
muchas veces y me volvía hacia atrás…y cada vez que esto pasaba me sentía
fracasada. Muchas de estas veces que caía, me costaba muchísimo volverme a
levantar…ahora comprendo que no era una cristiana firme en mi fe.
Muchas veces que
esto pasaba, le preguntaba al Señor… -¿Por qué si yo quería tanto seguirlo, sin
volver atrás, no podía?-
Y tal vez muchas de
ustedes dirán: falta de carácter, falta de decidirse…falta de determinación!
Pero no mis amigas,
por más que me determinaba, no lo lograba. Sabía que algo no andaba bien en mi
vida espiritual, pero no podía lograr averiguar que era.
Yo oraba, iba a la
iglesia a todos los servicios que había en la semana…ayunaba, leía y estudiaba
la Palabra, inclusive estuve dos años estudiando en el Instituto Bíblico…
(Claro en su misericordia durante este tiempo, el Señor estuvo trabajando con
mi forma de ser y mi pasado, y tocando muchas áreas que estaban en desorden)
Pero nada en algunos momentos caía…me devolvía.
Hasta que un día
llegó este pasaje de la Palabra de Dios a mi vida, a mi mente y entró profundo
a mi corazón.
Proverbios
8:17
“Yo amo a los que me aman, Y me
hallan los que temprano me buscan.”
Y fue en ese momento
que mis ojos fueron abiertos… el precioso Espíritu Santo vino a mi vida y me
abrió mi entendimiento.
Pude entender que
aunque oraba; no lo hacia lo suficiente, muchas veces lo hacía en la mañana,
otras veces lo hacía a la hora del almuerzo y otras veces por las carreras y
las prisas diarias, lo podía hacer hasta la noche, antes de dormir…obvio muchas
veces estaba tan cansada que mis oraciones eran cortas y como ya había pasado
el día, lo que hacía era dar gracias.
Veamos lo que la
Biblia nos dice:
1
Pedro 5:8
“Sed sobrios, y velad; porque
vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar.”
¡No le estaba dando
el lugar número uno a nuestro Dios!
No ponía mi día en
las manos del Eterno y Soberano Dios; no encomendaba mi vida, ni mi casa, ni
mis hijos… ¡nada! Ósea le daba libertar al diablo para venir a mi vida y hacer
lo que quisiera.
Y saben, muchas
veces ponía excusas; no sé a cuantas de ustedes les ha pasado, pero yo lo hacía
y decía: - ¡Dios me entiende!
Si es cierto Dios
nos entiende, pero también él es fiel a sí mismo y a su Santa Palabra, veamos:
Éxodo
34:7
“Que guarda misericordia a
millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al
malvado; que visita la iniquidad de los
padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.”
Nahúm
1:3 a.
“Jehová es tardo para la ira y
grande en poder, y no tendrá por
inocente al culpable.”
Y fue ahí que me determiné,
por mí misma, por mi casa, mis hijos, mis nietos y por mis generaciones futuras,
comenzar a buscar el rostro del Eterno muy temprano en la mañana, levantarme
mucho antes que lo hacía normalmente.
¿Qué si me costó? Si
amigas muchísimo…salir de nuestra zona de confort cuesta pero comencé, y les
cuento que los primeros días, me daba mucho sueño durante el día, pero me
determiné a hacerlo y a lograrlo.
Una vez orando,
llegó a mi mente el pensamiento, de que el día comienza a las 12:00 media noche
y fue cuando decidí orar a esa hora. Y desde ese momento es la hora que uso
para orar, me hice una disciplina de oración.
Hablo con mi Padre
Eterno, lo alabo lo exalto, por lo que él es y por lo que hace diariamente en
mi vida y le entrego todo lo que soy, lo que necesito, mi casa, mis hijos, mis
nietos…TODO, incluyendo y mucho más importante mis áreas más débiles.
Y saben amigas,
desde ese momento es que comencé a ver la victoria en mi vida. ¿Y tal vez se
preguntaran?
¿Será fácil? –Pues,
no, no lo es, hay que pagar el precio, para poder ver el viento moverse a
nuestro favor.
Y en mi vida ese
precio lo pago postrada apenas comienza el día a las 12:00 a.m. Sólo orando a
esta hora es que he podido ver al cielo abrirse a mi favor y el de mi casa, y
ahora sí puedo decir, que el pasado quedo atrás. Claro soy humana y falló cada
día, pero no como antes…Dios sigue trabajando con migo, y lo hará hasta el día
que Cristo venga…como dice la Palabra.
Yo las animo amigas,
a que busquen a nuestro Dios, diariamente, bien temprano, de madrugada…y así podrán
ver la diferencia. ¿Saben? en la madrugada, nada ni nadie nos interrumpe,
nuestra intimidad con nuestro Dios amado…comienza hacerlo…Nuestro Dios las está
esperando…Él las anhela celosamente!
Ligia Esquivel.
Me gusta lo q escribe
ResponderBorrarQue hermoso es cuando al reflexionar en la palabra de Dios, viene el Espíritu Santo y nos da el entendimiento. Dios te bendiga hna dónde quiera que estés y sigas creciendo en los caminos de nuestro eterno Salvador Jesucristo
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