Muchas madres no saben que decir cuando se
trata de disciplinar a sus hijos. A menudo escucho madres decir que están
inseguras de cuando ser estrictas y cuando ser suaves o indulgentes, sobre qué
cosas ser más firmes, y cuales dejar pasar.
La disciplina es más que sentido común.
Para muchas de nosotras, es una habilidad que necesita ser aprendida. Solo con
mucho empeño, dedicación y sobre todo con la ayuda del precioso Espíritu Santo
podremos aprender a disciplinar.
Disciplina viene de una palabra que
significa enseñar, no castigar. Nuestra meta debe ser enseñarles a los niños la
manera adecuada de comportarse, cómo mantenerse en control de ellos mismos y
cómo mostrar respeto hacia los demás.
Estos días meditaba en la importancia de
enseñarle al niño-a el comportamiento en la casa de Dios, he visto como muchas
madres toman la decisión de ir poco a la iglesia porque sus niños no se
comportan de forma adecuada y respetuosa. El dejar de congregarte mientras el
niño crezca no es la opción correcta. Sé por experiencia propia lo difícil que
es lograrlo, pero con una buena actitud, mucha paciencia y tolerancia se logra.
Lo importante es que asumas el reto como madre de hacerlo y lograrlo.
Y es que para lograr disciplinar con amor
debemos tener algunas pautas o consejos prácticos, que tomar en cuenta, y así
lograr lo que tanto deseamos, niños educados y respetuosos que no nos
avergüencen en público.
"La vara y la corrección dan
sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre." Proverbios
29:15
Algunos consejos importantes serían:
1. Firmeza. Se debe ser consistente y firme
cada día, no es posible que un día permitamos sientas conductas y otros días no,
esto confunde mucho a los niños.
2. Claridad. Antes de poner una regla es
importante explicarla claramente al niño-a, esto hace que estemos seguras que comprendió
bien, lo que se pide de él o ella.
3. Rutinas claras. Es clave que existan horarios para cada momento del día, entre
ellos, las comidas principales, la hora de ir a acostarse, de levantarse o de
bañarse. Hoy por hoy se ha comprobado que durante el tiempo que los padres
dejan de establecer rutinas, los niños se vuelven más nerviosos, tienen mayores
inconvenientes para dormir y son de difícil manejo.
4. Reglas. Un hogar funciona adecuadamente
cuando se le explica al niño lo qué se espera de él, qué es adecuado y qué no.
No hay que tener muchas reglas pero tampoco muy pocas. Cuando no cumpla una
regla, debe mostrársele que hizo algo inadecuado y que existen cosas que no se
pueden aceptar.
Todo comportamiento tiene consecuencias.
5. Hablar sólo lo necesario. No hay que
amenazar, más bien advertir. La advertencia es un aviso de que algo va a pasar.
Si el niño hace una cosa que los padres no aprueban, estos deben hacérselo
saber. Nada de habladuría: menos palabras y más acciones.
6. Pataletas, ¡ignórenlas! No hay que
asustarse. Sólo debe prestársele atención al niño cuando esté tranquilo.
Mientras esto no suceda, no hay que mirarlo ni tocarlo. Puede decírsele: “En el
momento en que te calmes, hablamos”.
7. Sea firme al decir no. Pues no es bueno
ceder a complacerlos en cada uno de sus caprichos; es importante que aprendan
que no siempre pueden hacer su voluntad o satisfacer todo lo que se les
ocurra
8. No abusar del NO. Los niños no entienden
el mensaje sino la acción. Así mismo, cuando hagan algo positivo, es vital
felicitarlos. Los pequeños necesitan mensajes de aprobación; es una manera de
estimularlos.
9. Si usted necesita corregir a sus niños,
no importa la edad, siempre hágalo en privado y con respeto. Recuerde que usted
está enseñando a sus niños lo que usted quiere que ellos hagan. Sea firme y
amable.
10. Es muy importante que todo lo que enseñes
al niño-a debe ser respaldado por la Palabra de Dios, explicándole que Dios se
agrada cada vez que hacemos algo de acuerdo a sus enseñanzas.
Nunca olvides que para tener un buen
resultado en la disciplina de tus niños y niñas, la regla más importante que
debemos aplicarnos a nosotras mismas, es predicar con nuestro ejemplo. No podemos
pretender enseñar a nuestro hijo-a lo que nosotras no practicamos, por ejemplo
si le decimos que no puede mentir porque es malo, pero nosotras mentimos esto
hará que no quieran obedecer nuestras reglas.
Para ser una buena
madre, siempre debemos acudir a la
palabra de Dios, es ahí donde encontraremos las pautas necesarias para la buena
formación de nuestros hijos. Ora, nunca dejes de orar por tus hijos y por ti
misma, solo Dios puede darnos la sabiduría necesaria para disciplinar con amor
y ser madres de conforme al corazón de Dios.
Amadas hermanas y amigas, les animo a dejar sus comentarios e ideas
sobre este importante tema, sea aquí en el blog como también en la página de
Facebook. Me gustaría saber si ha sido de bendición para su vida.
Las bendigo en el nombre de Jesús.
Ligia Esquivel.
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