Son tantos los días en que
sientes, que no puedes más. Son muchas tus preocupaciones, tus ocupaciones y tus situaciones por resolver; que sientes que
tus fuerzas se acaban, es tal tu cansancio que algunas veces no puedes ni dormir,
pues cuando lo intentas no descansas.
Crees que conoces a Dios
que es parte de tu vida, pero lo que no te das cuenta es que es tal tu estrés y
tu ocupación que ya no lo buscas como antes lo hacías y es ahí, por su
misericordia, que llegas a descubrir que todo había cambiado, pero ese cambio ocurrió
solo en ti, porque de su parte el continua ahí, en el mismo lugar, anhelándote celosamente,
esperando que te des cuenta, que realmente a quien necesitas es a Él.
Y es en esta hora que te
digo, que pares, que te detengas, has un alto en tus carreras diarias y búscalo.
Decide en esta hora postrarte ante Él, pídele perdón y comienza a pasar tiempo
en su presencia. Cuando lo hagas descubrirás que ese vacío que sentías era
falta de Él, de su presencia, su consejo, su consuelo. Cuando comiences a
hablar con Él, descubrirás que no puedes parar de hablarle, de adorarle y
algunos momentos solamente, estar quieta y sentir su presencia.
Es ahí que recargas fuerzas,
es ahí que entiendes que nada tiene importancia, es ahí que el precioso
Espíritu Santo te revela que, ¡solo importa Él!
Si has llegado a este punto
de necesidad por tu Señor, pues ¡No te detengas!... Y no te preocupes, estás en
el mejor lugar.
Sigue a los pies del Señor
y en su presencia encontrarás las respuestas para que todo te salga bien. Es en
presencia del Espíritu Santo, que descubrirás que todo tiene sentido al fin.
Dios es feliz con tu
adoración en medio de las dificultades, disfruta con Él de este tiempo maravilloso,
y es a partir de este momento, que comenzarás a ver las cosas de otra manera. Dios
nunca te dejará, ni te desamparará, comenzará ayudarte en tu día a día, hasta
en lo más insignificante, Él será tu ayudador. Confía y comienza a vivir de una
forma diferente, ¡no temas!
Hebreos
13:5-6
“Sean vuestras
costumbres sin avaricia,
contentos con lo que
tenéis ahora; porque él dijo:
No te
desampararé, ni te dejaré;
de manera que
podemos decir confiadamente:
El Señor es mi
ayudador; no temeré
Lo que me pueda
hacer el hombre.”
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