domingo, 7 de junio de 2015

Velar y Orar

Mateo 26:41
“Velad y orad,  para que no entréis en tentación;  el espíritu a la verdad está dispuesto,  pero la carne es débil.”

Veamos algunos significados de velar. (Diccionario de la Real Academia Española)

Velar: Estar sin dormir, el tiempo dispuesto para dormir. Hacer centinela durante la noche…observar atentamente algo.

Miremos también a lo que se refiere “velar” en el contexto de este versículo:

Vemos a Jesús en un momento dramático de su vida, la victoria de la cruz fue ganada en el Huerto de Getsemaní, en las oraciones. El Maestro, en la batalla espiritual instruye a nosotros, los discípulos acerca de la oración como una preparación para el día de la prueba, de la tentación. 

1. Preparándonos para el día malo.
2. Preparándonos para el día de la tentación.
3. Orando para estar fuertes en el espíritu.

Con todo esto vemos, la gran necesidad de velar, que debemos tener cada una de nosotras. Es parte de la vida cristiana, es estar, atentas las veinticuatro horas del día; los trecientos sesenta y cinco días del año. Para así no entrar en tentación.

Pero no solo velando, es que vencemos la tentación, sino, que es, “velando y orando”

Hay que velar y orar, para que nuestros sentidos no se despierten a la tentación. Pero, ¿qué es la tentación? , es el estímulo espontáneo, que nos impulsa a hacer lo malo; y así, satisfacer los deseos de la carne.

La tentación puede venir a nuestra vida, si estamos deseando satisfacer nuestra carne, ya que es parte de nuestra naturaleza pecaminosa; eso sí, si nuestra naturaleza esta subyugada a Cristo, no habrá en nosotras ninguna tentación que pueda hacernos caer. Porque ahí es cuando Dios nos dice:

2 Corintios 12:9
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia;  porque mi poder se perfecciona en la debilidad.  Por tanto,  de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,  para que repose sobre mí el poder de Cristo.”


¿Que nos quiere decir nuestro Dios con esta palabra?

Que toda debilidad en nosotras, en nuestra vida, mientras estemos rendidas por completo a Él, no  será motivo de caída. Pero, eso sí, no vencemos la tentación, por nuestras propias fuerzas, sino en las fuerzas de Él, de nuestro Dios.

Muchas veces Dios permite a satanás tentarnos, para así zarandearnos. Esto ocurre por una razón, para que podamos, darnos cuenta, donde estamos paradas; si realmente estamos rendidas a Él. Ya que nuestra dependencia debe estar amarrada solamente en Él, pues es el único que puede salvarnos de la tentación, y hacer que no caigamos. Dios lo único que necesita es que nos rindamos por completo a Él, es ahí cuando todo cambia.

Estudiando la Palabra de Dios encontramos algunas pautas, de cómo evitar la tentación:

  • Dios es el que nos libra y nos rescata de la tentación.

Mateo 6:13
 “Y no nos metas en tentación,  mas líbranos del mal;  porque tuyo es el reino,  y el poder,  y la gloria,  por todos los siglos. Amén.”


  • Evitar incitar a nuestros sentidos, a cosas o situaciones, que nos llamen la atención, y que no, estén de acuerdo a la Palabra de Dios, como por ejemplo, algunas amistades, ciertos programas de televisión, el Internet, entre otras.

Romanos 6:12-13
“No reine,  pues,  el pecado en vuestro cuerpo mortal,  de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad,  sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos,  y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.”


  • Velar orando, cuando estamos en una prueba, para poder pasarla, de acuerdo al propósito de Dios, y así poder hacer, lo que Dios quiere que hagamos. Orando y clamando, hasta que se haga lo que Dios tiene para nosotras, ya que no hay otra forma de hacerlo, y la tentación puede venir en cualquier momento.

Lucas 21:36
“Velad,  pues,  en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán,  y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.”


Así como Nuestro Señor nos da pautas, para ayudarnos a no caer en tentación, también nos da maneras, de acuerdo a su Palabra para velar.



Maneras para velar:

  • Debemos ver las señales, de que Jesucristo está a las puertas, que su venida está muy cerca.

Mateo 24:42
“Velad,  pues,  porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.”


  • Velar para que nuestras vidas, no se carguen con las cosas de este mundo, ya que muchas veces, le damos rienda a nuestros antojos, queriendo hacer lo que todo mundo hace...

Lucas 21:34
“Mirad también por vosotros mismos,  que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida,  y venga de repente sobre vosotros aquel día.”


  • Orando siempre, en todo tiempo.

1 Tesalonicenses 5:17
“Orad sin cesar.”


  • Haciendo lo que Dios nos ha mandado a hacer, mientras Él venga. Trabajando, para que otros puedan conocer al Señor y aceptar a Jesús, como el Señor y Dios de sus vidas.

Mateo 16:15-16
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado,  será salvo;  mas el que no creyere,  será condenado.”

Así que mis muy queridas amigas y hermanas en Cristo, 
¡A VELAR Y ORAR  ESPERANDO LA VENIDA DE NUESTRO AMADO! 
Dios las bendiga!


miércoles, 3 de junio de 2015

Llamadas a Amar

Hola queridas amigas, hoy quiero compartirles un tema que a mí en particular me gusta muchísimo.

Voy hablarles sobre el amor, pero voy a enfocarlo de una forma diferente a como estamos acostumbradas a escucharlo. Ya que por lo general estamos acostumbradas a escuchar sobre el amor eros, que es el amor romántico.

Y es que nosotras como hijas de Dios somos  llamadas, a dar amor; dice la Santa Palabra de Dios que:

1 Juan 4:7-8

“Amados,  amémonos unos a otros;  porque el amor es de Dios.  Todo aquel que ama,  es nacido de Dios,  y conoce a Dios. El que no ama,  no ha conocido a Dios;  porque Dios es amor.”


Y así como Dios es amor, y nosotras somos sus hijas, pues entonces nosotras debemos amar siempre. Pero amar ¿cómo y a quién? A nuestro Prójimo y a todos los seres humanos que nos rodean, y más especialmente amarnos  entre nosotras mismas. Ya que, la mayoría de las veces entre nosotras es donde se encuentran más envidias y rencores.

La Biblia dice que Dios es amor. Esto nos enseña que el amor no es solo un atributo de Dios; sino su misma esencia.

Al escudriñar este pasaje que leímos,  podemos notar que para amar, necesitamos cumplir dos condiciones.

1.Nacer de Dios, y 2. conocer a Dios. Muchas han nacido de Dios, pero no conocen a Dios como Padre. Han recibido el milagro de su perdón, pero no han buscado al autor de su milagro para conocerle y adorarle, con todo su corazón. Cuando no se conoce a Dios, no se puede amar. Porque un corazón que desconoce a su Padre, se porta malagradecido, inseguro y desconfiado. La Biblia nos enseña que Dios es Amor y el que vive en amor, vive en Dios y Dios vive en él. Esto quiere decir que el amor no es teoría; es una vivencia de todos los días. Entre más se conoce a Dios, más se ama; y entre más se ama, más se conoce a Dios. Esto nos llena de la más plena vivencia, con nuestro Padre Celestial.

También es necesario saber que amar implica dar. El verdadero amor, no consiste en palabras solamente, ni en solo intenciones. El amor ágape que es el amor puro y santo que viene de Dios; implica dar con sacrificio. El Señor lo probó al mostrar su amor para con nosotros, porque dio de su Hijo unigénito para que muriera por nosotros, para que nosotros vivamos por él.

Y es que este amor, debe ser un amor puro, sin orgullos ni segundas intenciones, un amor donde podamos dar y todavía más importante DARNOS, a nuestro prójimo. Pues muchas veces el dar algo material no es tan importante, ni conlleva tanto sacrificio como dar nuestro tiempo, nuestro apoyo y comprensión. Un abrazo una palabra de aliento o simplemente poder escuchar a alguien cuando lo necesite. Eso si, muy importante, sin juzgar.

Y es que al final de todo, es que debemos preguntarnos: ¿Estamos AMANDO a Dios y a nuestro prójimo? 

Hermanas, es bien importante que nos amemos entre nosotras, perdonándonos unas a otras, y soportándonos unas a otras, pues de nada nos sirve decir amar a Dios, si no nos amamos. Pues  para que las promesas de nuestro Padre,  vengan  a nosotras y vivamos en paz, amor, gozo conforme a la voluntad de Dios para nuestra vida, debemos cumplir este mandamiento tan importante.

Encontré esta bella reflexión y quise compartirla, para que meditemos, en lo que es realmente importante:

Reflexión: ¿De qué color es Dios?

¿De qué color es Dios?,
preguntó el niño de piel clara.
¿Es blanco como yo,
son sus cabellos dorados como el sol?

¿Es Dios moreno como yo?
preguntó el niño de piel con matiz bronceado.
¿Tiene el cabello oscuro y rizado,
son sus ojos negros o azulados?

Pienso que Dios es piel roja como yo,
se escucha decir al niño indio.
Lleva una corona de plumas,
y transforma en día nuestras noches umbrías.

Todos sabemos que allí está Dios,
en todos los colores mencionados.
Pero ten esto por seguro: el único color de nuestro Creador,
es el hermoso color del amor.

Así que cuando tu alma vaya al cielo,
cuando tu vida llegue a su final,
Él estará esperando y hacia ti
su mano extenderá.

No habrá colores en el cielo,
todos seremos iguales.
Sólo serás juzgado por tus actos terrenales,
allí ni tu raza ni tu nombre serán importantes.

Así que cuando llegue, tu hora
y admires a Dios arriba en su reino,
verás el único color que en realidad tiene valor,
y es el hermoso color del amor.
Arnold Sparky Watts

Fuente: Sopa de Pollo para el Alma del Cristiano.  Jack Canfield


OREMOS:
Padre, te amamos, te honramos, te alabamos, te damos gracias, por haber enviado a tu Hijo, para pagar por nuestros pecados, gracias por tu AMOR y misericordia, porque nos amaste primero, sin merecerlo, te pedimos perdón si no hemos amado a nuestros hermanos y hermanas como nos mandas, ni a ti o Padre Santo, derrama de tu amor sobre nuestro esposo, hijos, nietos, familias, para que amemos como nos has amado, ayúdanos en nuestras debilidades, te lo pedimos en el nombre de JESÚS, para tu gloria y honra, Amén.