domingo, 26 de julio de 2015

Ser una vasija de honra


Así como Dios nos hizo, así también quiere que seamos perfectos (as), para lo que Él nos ha creado, pues cuando pensó en cada uno (a), y nos diseñó, lo hizo para que estemos a su servicio, y también para que cumplamos un papel determinante en su reino.

Los hijos (as) de Dios somos representados en la Palabra de Dios, como vasijas en  las manos del  alfarero.  El  alfarero es una representación de Dios,  quien nos hizo para ser perfectas (as). Él siempre ha querido usarnos, pero  antes de hacerlo, debemos pasar por un proceso de restauración en sus manos, y es ahí cuando él tendrá que tomar cada área de nuestra vida y hacerla nueva.

Durante el  proceso  de perfeccionamiento y restauración somos moldeados, quebrantados, desechos y vueltos a formar. La finalidad el alfarero es que seamos vasijas de honra, útiles a Él  y a nuestros semejantes,  veamos:


2 Timoteo 2:19-21
“Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.”

Contrariamente,  también son formadas algunas vasijas para deshonra, estas representan a los hijos de perdición. Estas vasijas serán, quebradas y no habrá para ellas restauración, veamos.”

Jeremías 18:4-6
“Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano;  y volvió y la hizo otra vasija,  según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová,  diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero,  oh casa de Israel?  Dice Jehová.  He aquí que como el barro en la mano del alfarero,  así sois vosotros en mi mano,  oh casa de Israel.

Cuando el Alfarero termina de fabricar sus vasijas, las usa para lo que fueron diseñadas. Es por ello que en la palabra de Dios, encontramos vasijas utilizadas para contener, diferentes líquidos, alimentos, sustancias entre otras. Esto nos enseña, que a medida que Dios nos perfecciona; nos asigna diferentes tareas para ser portadores de diferentes elementos, que nos darán bendición y bendecirán a otros. 
Eso sí para poder ser formados en vasijas de uso honroso, debemos todos (as), sin excepción pasar este proceso de quebrantamiento. Eso sí, ¡La opción es nuestra! Si nos resistimos a nuestro Dios, nos convertiremos al hacerlo, en una vasija para usos viles. Si endurecemos nuestro corazón y resistimos al Espíritu Santo, al traernos convicción de que necesitamos ser restaurados (as),  y pasar así a purificarnos, entonces es casi seguro que terminemos como una vasija para deshonra.
  
As
í que pidamos a nuestro Padre que nos quebrante espiritualmente, porque es ahí, donde se produce un encuentro profundo con Él y por lo tanto una restauración espiritual. Porque, cuando nuestro corazón busca amar más a Dios y aceptar sus mandamientos, para aplicarlos en nuestra vida, reconociendo que hemos actuado en algo incorrectamente y nos arrepentimos profundamente y con honestidad, comprometiéndonos a no cometer el mismo error (pecado), Dios nos restaura, y hará de nosotros sus vasijas de honra.

Si, hermanos (as). Dios es un Dios de amor, de tolerancia, de oportunidades, de misericordias y ¡cuán necios seríamos si no sabemos agradecer esto cada vez, que nos situemos a los pies de Jesús, de nuestro Alfarero! Pero también es un Dios celoso, que pide una vida santificada, de obediencia de nuestra parte y lealtad. No me gustaría provocarle a ira, y terminar siendo inútil para Su obra.

¡Humillémonos e inclinemos nuestro rostro ante el Señor y arrepintámonos de nuestros pecados! Seamos cuidadosos (as) al purificarnos a fin de que podamos llegar ser vasijas que pueda usar nuestro Maestro. – ¡Cuánto deseo ser una sierva útil a nuestro Dios! Todo el deseo y anhelo  de mi corazón es complacerlo a Él. Y eso no lo puedo hacer si soy indiferente al pecado y descuido el aspecto de mi templo (yo misma).

Examínate, y si El Espíritu Santo te inquieta, o te muestra que debes de humillarte y arrepentirte, hazlo cuanto antes. Sería provechoso si tienes a alguien  que pueda orar por ti. Pero recuerda que no necesitamos a nadie más, Jesús es el único medidor ante el Padre Celestial, inclina tu rostro ante Dios y llega a cuentas con Él, frente a frente, USTED MISMO(A). Determínate y decídete a disponerte, para que Dios trabaje contigo; y así puedas llegar a ser una vasija de honra en las manos de Dios.

Si al terminar de leer este artículo, quieres dejar tu comentario, hazlo abajo, o bien en la página de Facebook. Dios les bendiga de una forma sobrenatural, y puedas ver su mano cada día.

Ligia Esquivel